El cambio cultural, dice Julieta Calmels, subsecretaria de Salud Mental, Consumos Problemáticos y Violencias en el Ámbito de la Salud, que depende del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, «se puede ver en las guardias de los hospitales bonaerenses» «Ahora reciben a los usuarios y les brindan atención. Cinco años atrás, eso no existía», insiste en diálogo con este medio.

Respecto al cumplimiento con la Ley Nacional de Salud Mental 26.657, hoy vulnerada por el gobierno nacional, explicó que se trata de una problemática «muy profunda de la sociedad» y que es imposible «abordarla en su totalidad». Pero que ellos destinan recursos económicos de distintas carteras para hacer «el mejor trabajo que se pueda, porque para nosotros la salud mental es una política de gobierno».  

Desguace

Este martes cerraron la residencia en el Hospital Bonaparte y no hay ningún cupo para este año. Desde esta institución, una trabajadora contó a este medio: «Los pacientes se pusieron a llorar, porque sienten mucha impotencia ante el atropello que estamos sufriendo».

Sin embargo, ante el terrible desguace a nivel nacional, en el territorio bonaerense siguen trabajando. «Estamos construyendo nuevos centros de salud mental. Y el Ministerio de Vivienda y Hábitat, está ejecutando el proceso de reformas de los hospitales neuropsiquiátricos», aseguró la subsecretaria Calmels.

El Ministerio de Desarrollo de la Comunidad, que dirige Andrés «Cuervo» Larroque, «nos brinda subsidios para las externaciones que se gestionan a través de Salud, pero los fondos y el financiamiento proviene de ahí», detalló la funcionaria.

Recomendaciones internacionales

«De hecho, lo que hacemos es seguir una de las menciones que hizo la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el proceso de reforma señalando que es oportuno que los subsidios no provengan sólo del Ministerio de Salud, por ejemplo, para el caso de las externaciones», agregó.

«La direcciones de escuelas y educación, con las que compartimos un programa , junto a distintos organismos de la provincia, reflejan un tercio -enumeró- del presupuesto que invertimos en salud mental».

«Esta problemática –continuó– es el eje de nuestra política. Las y los trabajadores que realizan la labor saben sobre el gran laburo que están haciendo. Es una situación muy compleja en la que las personas necesitan atención y cuidado. Por eso, venimos realizando una reforma integral en el sistema de salud en términos generales».

«Si visitamos las guardias de los  hospitales provinciales vamos a ver que hay pacientes de salud mental internados y, cuando nosotros llegamos eso no estaba. También incorporamos a la atención a las niñas, niños y adolescentes».

Otro modelo

Calmels se refirió, además, al cambio en el modelo de atención: «Incorporamos un aspecto más bien cualitativo de concepción que imprime y modela la forma en la que atienden las instituciones involucradas. Desde las cuáles, se puede brindar cuidados y atención en salud mental de una manera distinta», subrayó.

Este cambio, no es un invento bonaerense, sino que coincide con una inclinación de carácter mundial de que las políticas de salud mental tienen que tener una perspectiva de base comunitaria: «Una orientación para que la problemática esté presente, como procesos de cuidados y atención en las comunidades», explicó la funcionaria.

Durante mucho tiempo, en las culturas, las sociedades, se pensaba a la salud mental como un fenómeno extraño, atípico, que era algo que le ocurría a pocas personas y que solo había una respuesta a través de personal hiper especializado. «En instituciones de aislamiento, como los manicomios, que en un momento de la historia fueron la respuesta a la ausencia rotunda de atención para las y los pacientes», repasó la subsecretaria.

La salud mental es parte de la vida

Pero esta experiencia -a través de los años- mostró que este modelo produjo más daños que soluciones y mejoras a las personas con padecimiento. «Entonces bajo la lógica manicomial, se pensaba a la salud mental como una esfera no corriente a la vida del paciente, como algo ajeno, desmenuzó Julieta.

La funcionaria continuó asegurando que respecto a ese modelo manicomial «estamos produciendo un avance muy significativo, en la construcción de un sistema de salud mental con base comunitaria, donde el padecimiento es parte de la vida cotidiana del paciente, no está por fuera».

«De este modo la personas pueden recibir cada vez más atención, cuidados y prevención en salud mental, en sus propios entornos de vida. Y, que el sistema -en términos generales- pueda ramificarse todo lo que pueda, para que las prácticas que se realizan desde el Estado, puedan estar de manera más cercanas y directas a las personas «, detalló Calmels.

Y concluyó: «Esto también implica producir un cambio cultural, es decir, romper con la discriminación socialmente construida sobre los usuarios. Porque durante muchos años manicomiales, las personas con padecimiento de salud mental, además les tocaba sufrir el estigma y la mirada de una sociedad que los segregaba, los marcaba como distintos, raros y locos».